Es muy común que no prestemos atención a los grandes misterios que el planeta tiene para ofrecernos, pero cuando finalmente los descubrimos, nos quedamos perplejos por la complejidad de los objetos o situaciones, fuera de lugar para nuestros sentidos, que descubrimos, como la que ya comentamos en un anterior artículo sobre la famosa Llama Eterna del parque Chesnut Ridge en New York