El Ritmo Circadiano o como comúnmente le llamamos: reloj interno o biológico, hace que el cuerpo humano sea una máquina perfectamente sincronizada. Puede llegar a ser tan preciso como un reloj suizo.
Este “reloj” se encuentra situado en el núcleo supraquiasmatico del cerebro que controla la presión arterial, la temperatura y el sentido del tiempo. Es decir que hace que el cuerpo humano funcione como una máquina perfectamente sincronizada.
Una característica de este ritmo es mediante las cuales puede determinar los momentos en los que nos entra el sueño, así como la hora en la que nos despertamos. Es así como este fenómeno responde a nuestra interrogante más frecuente con respecto a esto: ¿Cómo es que abrimos los ojos justo unos minutos antes de que suene el despertador?
La eficiencia del reloj biológico aumenta con la rutina, por eso, si solemos dormirnos a la misma hora todos los días y el reloj despertador lo tenemos programado para despertarnos a la misma hora por igual, nuestro cuerpo se adueña de esos comportamientos y los incluye como parte de los procesos biológicos del organismo.
Hay una proteína en el cuerpo, denominada Per, que es la encargada de regular los ciclos de sueño y de vigilia. Durante el día, los niveles de esta proteína van cambiando, cuando sus niveles están bajos, las presiones arteriales también descienden, el ritmo Circadiano se ralentiza y la actividad mental se relaja. Es en esos momentos en los que nuestro cuerpo entra en modo de sueño y comienza a pedirnos descanso. Variar los estados de sueño hacen que se descontrole el ritmo Circadiano.
Cuando se establece una rutina en los hábitos de sueño, hacemos que nuestro cuerpo aprenda a aumentar por sí mismo los niveles de proteína Per y llegar a un punto en el que puede reemplazar perfectamente a un reloj despertador que dejamos junto a nuestra mesita de dormir o ya programado directamente en nuestros teléfonos.
Alrededor de una hora antes de que sea nuestra hora programada para despertar, nuestro cuerpo empieza a elevar la temperatura corporal y la presión arterial, el cuerpo empieza a segregar las hormonas que dan respuesta al estrés de la vigilia, como es el caso de la hormona Cortisol, nuestro cuerpo va abandonando poco a poco el estado de sueño profundo y nos prepara para despertar nuestras funciones vitales.
Al organismo le gusta más introducir los cambios poco a poco, en lugar de hacerlo de forma repentina. Es por eso que no es muy amigo de los despertadores que frustran el trabajo hormonal de abandonar el sueño profundo de forma paulatina. Es así que, para evitar una desagradable interrupción, el cerebro llega a segregar la proteína Per mucho antes, para que nuestro cuerpo despierte de forma natural y sin estrés, incluso minutos o segundos antes de que suene la alarma.
No cabe duda que nuestro cuerpo humano es un organismo increíble.
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