“Es un pequeño paso para el hombre, pero un enorme salto para la humanidad”, estas palabras pasaron a la historia cuando Neil Armstrong, se convirtió en el primer humano en poner un pie sobre la superficie Lunar, el 21 de julio de 1969. La Misión del Apollo 11 supuso todo un éxito para la NASA al lograr el primer descenso lunar y la primera recogida de muestras de nuestro satélite.
Durante el final de los 60 y principios de los 70, en los Estados Unidos hicieron una gran inversión en el programa Apollo, que protagonizó varias misiones en este lapso de tiempo. La última de todas fue la del Apollo 17, que fue llevada con éxito en diciembre de 1972 registrando records en muestras recogidas y tiempo en órbita lunar.
¿Entonces, como se explica que la tripulación liderada por el Astronauta Eugene Cernana sea la última que ha pisado el suelo lunar?
La llegada del hombre a la Luna, es difícil de entender sin el contexto del conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que más allá del interés científico, el poder enviar una tripulación a nuestro satélite se convirtió en una carrera espacial entre las dos potencias mundiales, que luchaban por demostrar quien tenía las herramientas tecnológicas más avanzadas. Todo un ejercicio de intimidación.
La batalla ideológica entre capitalismo y comunismo llevada al espacio a sabiendas de que ambos países tenían el arsenal nuclear suficiente para reducir a cenizas al otro. La tensa calma propia de la guerra fría hizo que los americanos idearan un ambicioso plan para exhibir su superioridad destinando a más de 400,000 personas a trabajar en el programa Apollo y más de 106 millones de euros.
¿Cómo es posible que no hayamos enviado a nadie más a la Luna si tecnológicamente estamos muchísimo más avanzados que hace 50 años? Pues precisamente por eso, aunque hace cinco décadas que ningun ser humano pisa la Luna, la complejidad de una operación de ese calibre sigue siendo muy alta y es por eso que, al día de hoy, dados los enormes avances tecnológicos, es mucho más cómodo y también más seguro, enviar sondas o satélites que enviar misiones tripuladas.
Debemos recordar que las misiones finales del Apollo se anularon después del accidente del Apollo 13 (de donde viene la célebre frase: Houston, tenemos un problema).
Ya discutimos la razón de peso de no tener porque arriesgar personas y a esto se le suma otra muy importante: no hay necesidad de ir a la Luna. En las últimas expediciones, especialmente la del Apollo 17, en las que se recogieron tantas muestras, que, al día de hoy, hay una buena cantidad de ellas que siguen sin ser estudiadas por los científicos.
Esto no quiere decir que no volveremos a hacerlo nunca, pues hay una misión que esta prevista para el año 2024 llamada Artemis, pero por el momento, no ha sido necesario para los avances tecnológicos.
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