En la vida a veces suceden cosas increíbles que resultan casi imposibles de describir y solo unos cuantos afortunados (o quizá no tantos) son los que llegan a tener la oportunidad de experimentar tales situaciones o encuentros. Una de esos momentos de los que muy pocos pueden presumir haber experimentado es con referencia al fenómeno extraterrestre, personas que tuvieron encuentros cercanos con seres de otros planetas, que pudieron ver sus naves tanto por dentro como fuera de ellas, ser objetos de experimentación, etc. Un ejemplo de ello es el caso del brasileño Vías Boas.
Pero el asombro que vamos a comentar hoy es tan impresionante como escalofriante y quien lo vivió en carne propia fue un pintor, en uno de los primeros casos registrados en la Ufología como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. La experiencia que vivió el pintor supera por mucho a las experiencias contadas por otros, puesto que mientras otros cuentan haber visto las naves y que los seres le invitaran a incluso a subir al interior de las naves, el artista italiano fue atacado con un arma extraterrestre, viviendo una situación aterradora.
El interesante evento tuvo lugar un 14 de agosto del año 1947, tan solo unas semanas después de que alguien haya confirmado hable visto naves espaciales en la zona donde se desarrolla la historia. En esa fecha, el gran pintor italiano R. L. Johannis pasaba su día en una zona próxima al barranco de Chearso, en Villa Santina, cercano a Carnia, Italia. En ese momento el artista estaba en dicho lugar con la intención de obtener un poco de inspiración para su siguiente cuadro, algo que hacen muchos artistas cuando tienen algún bloqueo de inspiración, alejarse para relajarse y volver a conectar con su lado creativo.
La mañana transcurría con total normalidad hasta que cuando dieron cerca de las 9am, el italiano advirtió de la presencia de un enorme objeto con forma de plato, de algunos 10 metros de diámetro, que descendió y aterrizó a unos pocos metros de donde el se encontraba. El pintor, que se encontraba viendo todo el panorama en primera fila, observó con gran asombro como salían del aparato 2 pequeños seres, muy bajos de estatura y que vestían una especie de traje de una sola pieza de color azul, con cuello y cinturón de color rojo.
Johannis dijo que los humanoides tenían las cabezas mucho más grandes que la cabeza de un ser humano, sus rostros tenían un color verde, con narices de corte recto y muy grandes, sus ojos también eran muy grandes, con una especie de anillos redondos de color púrpura, estaban como brotados, además no tenían ni cejas ni parpados. Para poder dar una mejor apreciación de lo que el artista pudo presenciar, el mismo hizo un dibujo describiendo lo que vio y en el se pueden observar que las cabezas de los seres estaban envueltas en algo parecido a unos cascos semiesféricos.
Johannis, que se encontraba atónito observando todo, dijo que en un momento pensó que los extraños seres eran unos niños, debido al tamaño que tenían pero en un momento, siempre aterrorizado por lo que estaba presenciando, alzo la mano para llamar la atención de los humanoides y de la nave, alzando su voz entrecortada para preguntar quienes eran, que hacían y si necesitaban de la ayuda de él para algo. Pero al parecer las criaturas percibieron de una forma no adecuada la actuación del hombre.
Parece que los alienígenas confundieron o malinterpretaron la conducta del artista, quizá como una amenaza, ya que uno de los humanoides se llevó la mano a la cintura y del centro de la misma partió algo parecido a un hilo de humo y antes de que Johannis pudiera hacer algo, ya se encontraba en el suelo, aturdido y sin poder moverse. En ese momento las 2 criaturas se acercaron hasta estar a unos escasos metros cerca del artista y sus implementos de arte. Fue en ese momento que el artista empezó a recobrar la movilidad, rodando sobre su cuerpo para alejarse y mientras, observo como un ser agarro con una especie de mano uno de sus pinceles.
Según describió el italiano, la que podría ser la mano del ser era más que todo como una especie de garra con 8 dedos contrariados entre sí, sin articulaciones. También describió que al parecer las criaturas jadeaban un poco, después de unos instantes las criaturas se alejaron en la nave, la cual se cerró y luego se alejó en los aires, el pincel desapareció. Acto seguido cuando el pintor pudo recuperarse del encuentro, fue que volvió al pueblo para informar de lo sucedido. Se investigo muy a fondo lo descrito por el artista y se descubrió que no había evidencia de mentiras en su testimonio.
¿Tu que harías con un encuentro así? Déjanos saber tu opinión en la sección de comentarios. Te invitamos a leer nuestro artículo sobre El Árbol del Vampiro.
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