El más grande, el más complejo y el más caro, llevo 3 décadas en ser construido, así es el nuevo telescopio espacial James Webb o JWST por sus siglas en inglés, que ya fue lanzado al espacio el pasado 25 de diciembre en plena celebración de Navidad, desde la Guyana Francesa.
Con un fantástico espejo plegable y un enorme parasol extensible esta entre lo más destacado de este increíble proyecto. Pero al interior de esta nave se esconden docenas de dispositivos muy ingeniosos que lo hacen de una increíble ingeniería y que han sido desarrollados solo para atender los estrictísimos requisitos que esta misión requiere.
Siendo un telescopio infrarrojo, el James Webb debe funcionar a muy bajas temperaturas, para eso está el parasol que lo protege de la luz directa. En cuestión de un par de meses, el frío del espacio lo llevará a unos 220 grados bajo cero, lo suficiente para operar 3 de sus 4 instrumentos.
El cuarto, que es un espectrógrafo de infrarrojo medio, es aún más exigente. Sólo debe operar a 7 Kelvin, ósea, no más de 266 grados bajo cero, para lo que necesita un medio adicional de refrigeración. La primera idea era utilizar un termo con helio liquido como refrigerante, parecía una solución simple y fiable que se ha usado en otras ocasiones a bordo de pequeños satélites, pero lo que sucede con esto es que el helio se consume, limitando así el tiempo de vida del observatorio. Es por esto que en 2017 se tomó la drástica decisión que obligaba al rediseño de numerosas porciones del satélite, lo que hizo que fuera aún más costoso que cualquiera que haya sido creado: se cambio el sistema de refrigeración por un crioenfriador acústico.
Una onda de sonido es básicamente una serie de zonas donde el aire se comprime y se expande, sucesivamente. Al comprimirse, se calienta, recogiendo ese calor y eliminándolo en unos radiadores adecuados, con la ayuda de otros sistemas más convencionales, llegando así a temperaturas bajísimas.
encontrar las primeras estrellas que alumbraron el Cosmos. El observatorio fue lanzado a bordo del cohete Ariane desde el puerto espacial Kourou en Guyana Francesa.
Con su lanzamiento, el telescopio James Webb tendrá la misión de ver con mayor profundidad en el espacio, incluso mas que el legendario telescopio Hubble, al cual reemplazará.
Webb se enfocará en un espacio muy reducido del cielo durante días, intentando detectar luz que ha estado viajando a través de la inmensidad del espacio por 13,500 millones de años.
¿Pero con qué fin y porque gastar tanto tiempo y dinero en enfocar pequeños puntos oscuros del espacio? Y la respuesta se reduce a otra pregunta más fundamental: ¿De dónde venimos?
“La misión de Webb es sobre la formación de todo; es el argumento de que todos estamos formados de Polvo de Estrellas” reflexiona Rebecca Bowler, astrónoma de la universidad de Oxford y miembro del equipo del instrumento NIRSpec del telescopio James Webb.
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