La selva amazónica está en crisis y parece que, como humanos, aún no comprendemos ni tomamos consciencia de la magnitud de esta afirmación. Según un grupo de expertos del Panel Científico por La Amazonia, se ha perdido un aproximado del 17% de la vegetación nativa a causa de la deforestación en los últimos 36 años. Esto es algo alarmante, pues de alcanzar el 20% a 25% de la deforestación total, se llegaría a un “Punto de no retorno” que haría imposible salvarla.
Similar a lo que describe El Reloj del Juicio Final, el Amazonas está llegando a un punto del que es imposible regresar. Esto implica que estamos ante la posibilidad que durante la década que estamos comenzando, la Selva Tropical más grande e importante del planeta pase a ser de forma irremediable, en una sábana. Sería una catástrofe medioambiental sin precedentes que afectaría a todo el mundo, pero de forma principal a los países latinoamericanos por los que se extiende su región.
Entre las razones que destacan el que se haya producido este fenómeno son:
Los dos últimos años transcurridos fueron records en la destrucción en la Amazonia con una pérdida de extensión Territorial de deforestación equivalente casi a la superficie del país de Belice y tristemente el panorama no parece mejorar para este año 2022, pues no importa que tan potentes y significativos sean los esfuerzos que realizan los gobiernos de Brasil, Perú, Colombia, Bolivia entre otros tantos, estos parecen ser insuficientes para romper con el daño.
La Amazonia representa una extensión territorial de aproximadamente unos 7,000,000 de kilómetros cuadrados repartidos entre 9 países, de los cuales Brasil y Perú tiene la mayor parte de la extensión y a estos le siguen Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa y Suriname. Es considerado el pulmón del planeta por ser vital para la regulación del ciclo de carbono en el ambiente y del cambio climático. Su selva tropical es una de las ecorregiones con mayor biodiversidad del mundo.
Según una plataforma informativa, entre los años de 1985 a 2020 se han perdido un aproximado de 75.6 millones de hectáreas de selva, un área enorme, equivalente al territorio del país de Chile, pero esto se ha aclarado aún más en los últimos 2 años. Al alcanzarse el punto de inflexión, los riesgos no solo se quedan en que pase a ser una sábana, sino que se produciría un desequilibrio y rompimiento de los balances de agua, energía y carbono que hay en la cuenca del Amazonas, esto pondría en riesgo el suministro de agua en los países donde se encuentra la Amazonia.
Entre los años mencionados, hubo un incremento de 656% en la minería, un 130% en la infraestructura urbana y un 151% en la agricultura y ganadería en la Amazonia. Esto deriva en deforestación y en incendios forestales, además de que el 52% de los glaciares de la región que están situados en los Andes de Bolivia, Ecuador y Perú han desaparecido. Al perderse la vegetación por causa de la deforestación, esto aumenta el nivel de la temperatura, acelerando el deshielo.
Por donde sea que lo veas, estos es una catástrofe de grandes proporciones. Debemos de triplicar las acciones de forma inmediata si queremos salvar al pulmón de nuestro planeta y con ello nuestras vidas y la de nuestros descendientes.
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